Article de la Infermera Google
¿Cibercondría? ¡Come más zanahorias! (Imagen: (cc) Rafael Mejia Is Alive/ Flickr)
El periodista Gary Finnegan lo resume
bien: “La Web 2.0 está
sorprendiendo con nuevas y escalofriantes posibilidades: captación de pacientes
para ensayos clínicos, escuelas virtuales de medicina, diagnósticos en línea e
incluso tecnologías de computación en nube para almacenar historiales médicos”.
Tal es la revolución, y tal la sacudida que vive la medicina tradicional.
Esta mañana me desperté con dolor de
cuello. Tenía dos opciones: visitar a mi médico de cabecera o buscar algunos
términos en Google. ¿Y si es meningitis? La
primera página web pregunta si me siento desorientado o tengo náuseas. Otra web
sugiere que podría deberse a una hemorragia o inflamación del encéfalo. Puede
que sea osteoartritis cervical. Y no descartemos un tumor cerebral… Pero la
realidad es que padezco “cibercondría”. Mi médico de cabecera,
o mi sentido común, bien podría haber advertido que la tortícolis y la cefalea
matutina habían sido producidas por una ingestión excesiva de vino tinto y una
mala noche de sueño, pero las búsquedas en internet son rápidas y gratis
(aunque no sean la herramienta más precisa…).
CIBERCONDRÍA
El problema del acceso desenfrenado a
información médica de dudosa calidad irrita a los médicos desde hace una
década. El doctor Scott Haig, médico y columnista de
medicina en la revista Time, describió
la angustia de “Googleros médicos”, esto es, pacientes que acuden a su
consulta pertrechados con manojos de posibles diagnósticos y suposiciones.
Según el columnista, “estos pacientes se muestran generalmente desconfiados y
escépticos, te salen con frases carentes de lógica médica, palabras mal usadas
e ideas poco maduradas”. Las asociaciones de defensa del paciente se levantaron
en armas alegando que Haig es un paternalista anticuado con complejo divino,
que teme al paciente moderno e informado y que se está adaptando al cambio a
paso de tortuga. Tanto el uno como los otros tienen razón: no toda la
información es útil, pero ignorar internet es ingenuo y arrogante.
Google reconoce que aproximadamente el
6% de la información médica en línea es imprecisa.